Un gallo en el hotel eyaculó sobre mis pechos
Canitiña, qué instalación tan estrambótica, había una puerta sospechosa y un orificio del que respingó un falo, resulta inverosímil. Eso me estimuló, tal vez había monitoreo vigilando, ni idea, simplemente comencé a interactuar con ese miembro rígido y me despojé de la ropa, intensifiqué la succión mientras notaba que acumulaba una notable dosis de semen que dispersé sobre mis senos. Disfruté la sensación cálida y abrupta en mis pechos, ¡diablos qué excitada me sentí, uf!