Señora, ¿podría dedicarme un momento de su tiempo?
Un minuto y una hora también, una mujer madura hambrienta con la que se encontró este encuestador a domicilio y qué suerte que tuvo, para demostrar que la venta a puerta fría puede ser desafiante Estábamos en un lujoso barrio de una zona residencial de Manhattan y, como es de esperar, las mujeres maduras que viven allí no son las pobres amas de casa con pocos recursos que vemos en el mercado todos los días comprando al mínimo, y que solo utilizan cremas antiarrugas cuando se las obsequian sus hijos en Navidad, las mujeres atractivas que habitan en estas urbanizaciones son mujeres de unos cuarenta años con cirugías estéticas de arriba a abajo que en su mayoría están solas porque sus maridos están muy ocupados para atenderlas como se merecen Esta madre se sorprendió mucho cuando abrió la puerta y se encontró con un joven atractivo, educado y con aspecto de tener todo lo que ella busca en un hombre, quien le preguntó cortésmente: “Señora, ¿tendría un minuto?” y toda la eternidad, hijo, siéntate cómodamente