Por favor, te pido que no eyacules en mí
La intensa mirada que la joven le lanzaba al hombre mayor mientras la inmovilizaba y la poseía sin consideración, resultaba esclarecedora Sus gestos parecían advertirle que tuviera precaución, ya que aquel individuo no paraba y solo buscaba su propia satisfacción No sorprende, pues la chica era atractiva y cada mañana lo visitaba en la obra donde realizaba distintas reparaciones Al principio, el hombre pensó que eran simple imaginaciones de su mente pervetida, pero finalmente confirmó que la joven no era más que una descarada seductora