La sirvienta española no puede controlar sus ganas de follar
Hoy vino al restaurante un hombre que nunca se cansaba de halagarme. Me sentí realmente feliz, querido. Mi marido no me ha tocado desde hace meses, entonces ese hombre despertó mis ganas de follar. Tuve un impulso incontrolable y le pedí al hombre que me acompañara a la cocina. Luego comencé a besarlo y desnudarlo. Le preocupaba que alguien pudiera encontrarnos, pero le dije que no había ningún problema. Le quité los pantalones y le di una mamada. Los gemidos del hombre eran como una dulce melodía que no había escuchado en algún tiempo. Me cogió mientras yo estaba inclinada desde la cocina, y luego cogimos en el suelo.