La madrastra y su hija estaban en competencia
Esa mujer experimentada solía realizar autoplacer de manera constante, demostrando ser sexualmente disfrutadora Su hijastra conocía este comportamiento, y siempre que percibía que iba a satisfacerse, espiaba desde la puerta Lo que más la excitaba era ver cómo eyaculaba profusamente, justamente como ella Un día la descubrió en pleno acto y le animó a entrar, así ambas conversaron La chica confesó que también experimentaba eyaculaciones femeninas, sintiéndose insegura, pero su madrastra le aseguró que era algo normal La alternativa fue evidente, decidieron practicar juntas para que comprobara que no había de qué preocuparse De esta manera, exploraron sus cuerpos con placer mutuo, culminando en un explosivo momento final en el que ambas experimentaron satisfactoriamente las contracciones musculares que las caracterizaban