Me metí en la ducha con mi cuñada
Siempre me había gustado mi cuñada y sabía que yo a ella también pero ninguno de los dos nunca se había atrevido a insinuarse. Un día esperé a que se metiera en la ducha para meterme con ella y poder tocarle por fin esas enormes tetas que me volvían loco. La chica cuando me vio entrar sonrió y enseguida se arrodilló para meterse mi polla en su boca. Había una gran tensión sexual por resolver.