Una pizza a cambio de un polvo
Aún le salió barato a este repartidor invitarle a una pizza a su clienta porque si se hubiera ido de putas le habrían cobrado el triple y encima seguro que no follaría tan bien como esta jovencita curvy. La chica tenía un billete grande y el chico de la pizzería no llevaba cambio. Tampoco tenía saldo en la tarjeta y de una forma u otra tenía que pagar el pedido, así que raudo y veloz el tipo le dijo que podían arreglarlo en 5 minutos aunque quizá no le gustaría lo que le iba a proponer. Se equivocaba, había dado con un pedazo de guarra que usa su cuerpo como moneda de cambio.